Museo de Bellas Artes

 

Museo de Bellas Artes de Bilbao

El Museo de Bellas Artes de Bilbao (en euskera, Bilboko Arte Ederren Museoa) está situado en la ciudad de Bilbao, en el norte deEspaña, y es actualmente uno de los principales museos del país. Está caracterizado por su amplitud cronológica, cubriendo desde el siglo XIII hasta nuestros días, y por la gran diversidad de manifestaciones artísticas que contiene.

Durante sus más de 100 años de historia, la colaboración entre la sociedad civil, los artistas locales y las instituciones públicas han determinado su configuración y crecimiento y han permitido al museo reunir una extensa colección, considerada como una de las más importantes y variadas de todo el Estado. Su formación resulta singular por la importancia de los legados y donaciones recibidas de patronos y benefactores, así como por el esfuerzo continuo por parte del propio museo para ampliarla a través de importantes adquisiciones. Desde su creación, el interés por establecer un compendio artístico representativo ha permitido afinar un criterio de selección cuyo resultado final es la posibilidad de presentar al público una dilatada panorámica por la historia del arte.

Más de 10.000 objetos conforman la colección del museo distribuidos en cinco grandes secciones: Arte antiguo, Arte moderno y contemporáneo, Arte vasco, Obra sobre papel y Artes aplicadas.

La columna vertebral de la colección es la escuela española a cuyos ejemplos antiguos y modernos se suman las manifestaciones de arte vasco en la edad contemporánea. La amplia representación de otras escuelas como la flamenca y la holandesa entre los siglos XV y XVII, obras singulares de la escuela italiana, así como algunos ejemplos de vanguardia impresionista y postimpresionista ofrecen el necesario contexto internacional al arte español y vasco.

En su faceta como entidad cultural de carácter público, su misión principal es reunir, conservar, estudiar y exhibir la colección propia, procurar su enriquecimiento, mantener servicios y promover actividades de calidad con el fin de contribuir decisivamente a la educación de la sociedad y a la proyección de los valores culturales de la Comunidad Autónoma Vasca.

 

Historia

 

La institución y sus sedes

 

El Museo de Bellas Artes

 

El Museo de Bellas Artes de Bilbao se creó en 1908 y abrió sus puertas en 1914, orientado por la voluntad de modernización de individuos e instituciones públicas locales sensibles al momento cultural que vivía la ciudad, imbuida de pleno en el desarrollo de su tejido económico y urbano. Sus objetivos principales eran dotarla de un espacio que por aquellas fechas se consideraba imprescindible en cualquier sociedad moderna y proporcionar modelos históricos ejemplares a la comunidad artística local que ayudasen a completar su formación. A estos efectos, el impulso más importante para la materialización del proyecto fue la aportación vía legado de un extenso fondo artístico de gran valor por parte del empresario y filántropo Laureano de Jado. A Jado le siguieron pronto otras importantes donaciones de Antonio Plasencia, de las corporaciones propietarias, de la Casa de Juntas de Guernica o del Consulado de Bilbao. El pintor bilbaíno Manuel Losada también fue uno de los promotores principales del museo, además de convertirse en el director de su primera sede en la Escuela de Artes y Oficios de la Villa, sita en el edificio del antiguo Hospital Civil de Achuri.

 

El Museo de Arte Moderno

A través de los contactos de jóvenes artistas con otros centros artísticos, y gracias fundamentalmente a la cada vez más habitual programación regular de exposiciones de arte actual, organizadas en muchas ocasiones por la la recién creada Asociación de Artistas Vascos, se había ido tramando en el entorno social y cultural de la ciudad una creciente inquietud por el denominado "arte moderno", generando el ambiente propicio para que las mismas corporaciones fundadoras del Museo de Bellas Artes se propusieran la creación de otro centro dedicado en exclusiva al arte contemporáneo. De esta forma, el 25 de octubre de 1924 abría sus puertas el Museo de Arte Moderno en los mismos locales, propiedad de la Diputación, donde ya se encontraba instalado el Conservatorio de Música. El nuevo museo nacía con un espíritu claramente innovador para su tiempo y, de hecho, marcaba una gran diferencia en cuanto a la actualización de los criterios y al riesgo asumido en relación a las iniciativas museísticas del resto del Estado.

La Exposición Internacional de 1919, organizada en el edificio de las Escuelas de Berastegui, fue, sin duda, uno de los detonantes del nacimiento de esta iniciativa. No sólo por la importante nómina de artistas nacionales e internacionales que participaron en ella, sino por el compromiso de los organizadores con el arte más contemporáneo, demostrado con la adquisición por parte de la Diputación de un conjunto significativo de las piezas presentadas, obra de Cassatt, Gauguin, Sidaner, Cottet, Sérusier, y de los españoles Anglada Camarasa, Nonell o Canals entre otros, y que acabaría ingresando en los fondos del museo. Siguiendo con la tradición de los directores-artistas, sería nombrado director el pintor vasco Aurelio Arteta, quien permanecerá al frente del mismo hasta el estallido de la Guerra Civil en 1936.

El nuevo edificio

 

La guerra afectó de forma desigual a los dos museos. Mientras la colección del Museo de Bellas Artes se trasladó al Deposito Franco de Uribitarte, en Bilbao, las obras del Museo de Arte Moderno fueron expatriadas. La recuperación de las obras fue una determinación urgente del nuevo poder establecido que, una vez logrado ese objetivo y con los locales que las albergaban hasta entonces inhabilitados, se vio en la necesidad de estudiar un nuevo emplazamiento. El mismo año 1939 en el que concluye la guerra, la Diputación y el Ayuntamiento llegaron al acuerdo de sufragar conjuntamente la construcción del nuevo edificio en el por entonces llamado Parque de las Tres Naciones (actual Parque de Doña Casilda), situado en el ensanche de la ciudad.

El edificio, diseñado por el joven arquitecto Fernando Urrutia y por Gonzalo Cárdenas, e inspirado probablemente por los grandes museos históricos, especialmente el Museo del Prado, adquirió formas neoclásicas, combinando la piedra y el ladrillo rojo. Las obras finalizaron en 1945 y en 1962 fue declarado Monumento Nacional.

Quedaría al cargo de este nuevo espacio, denominado Museo de Bellas Artes y de Arte Moderno de Bilbao el que fuera desde su fundación director del Museo de Bellas Artes, Manuel Losada, cargo que ostentó hasta su muerte en 1949. Aunque durante un tiempo los dos museos conservaron su particular denominación, el alojamiento en un mismo espacio provocaría a la larga la fusión de las dos instituciones en una sola.

Ampliaciones

 

A Manuel Losada le sucedió como director Crisanto de Lasterra, quien continuó con la política seguida por sus antecesores hasta su muerte en 1973. Bajo su dirección, las corporaciones decidieron la ampliación del museo añadiendo una nueva ala al edificio neoclásico. Proyectada por los arquitectos Álvaro Líbano y Ricardo de Beascoa Jauregui, se trata de una construcción más audaz, de línea minimalista y materiales modernos como el metal y el vidrio, influida por la arquitectura de Mies van der Rohe y que respondía tanto a la necesidad de espacio de las colecciones existentes como a las características expositivas que exigían las nuevas tendencias del arte. Esta nueva arquitectura se inauguraría en 1970, alojando desde entonces la sección de arte contemporáneo.

Tras la muerte de Basterra, desempeñarán el cargo Javier de Bengochea y Jorge de Barandiarán, que acometerán diversas obras de ampliación y de mejora, como la habilitación de nuevos espacios e instalaciones (sala de exposiciones, salón de actos, gabinete de obra gráfica) y la dotación de nuevos servicios (Departamentos de Restauración, Catalogación, Documentación y Educación, así como biblioteca, cinemateca, librería y cafetería).

 

 

"Monumento a Juan Crisóstomo Arriaga", de Francisco Durrio, en la actualidad.

A finales de los años noventa las instituciones propietarias, el Ayuntamiento de Bilbao, laDiputación Foral de Vizcaya y el Gobierno Vasco, conscientes del creciente protagonismo de los equipamientos culturales en la ciudad, promovieron el "Plan de Reforma y Ampliación" del Museo. En 1996, y bajo la dirección de Miguel Zugaza, se convocó el concurso para la adjudicación de dicho plan, siendo elegido el proyecto concebido por Luis Mª Uriarte, que perseguía la mejora de las instalaciones y servicios mediante la construcción de un nexo de unión y una galería de comunicación entre el edificio original y su ampliación, respetando las arquitecturas existentes. Además, liberaba espacios para ampliar los servicios al visitante y los espacios expositivos. Modificaba también los accesos al museo, situándolos en la reformada Plaza delMonumento a Arriaga y en la nueva Plaza Chillida, y proponía un plan de accesibilidad. Las obras concluyeron en noviembre de 2001.

Actualidad

En diciembre de 2000, las instituciones acordaron la creación de la Fundación Museo de Bellas Artes de Bilbao. El órgano de gobierno es el Patronato, en el que se integran representantes de las instituciones junto a otras personas físicas o jurídicas que, por sus aportaciones o por su conocimiento de la actividad museística, favorecen la consecución del fin fundacional. En octubre de 2008, y bajo el lema “100 años de historia, 10 siglos de arte”, el Museo de Bellas Artes de Bilbao celebró su primer centenario.

En mayo de 2009, el alcalde de Bilbao Iñaki Azkuna comentó públicamente la oportunidad de emprender otra ampliación. Ante las limitaciones urbanísticas para ampliar el edificio una vez más, se plantea la opción de buscar una segunda sede, a la cual se trasladarían los fondos de arte más reciente, que permanecen almacenados en gran parte.

A día de hoy el museo tiene una superficie total de 13.914 m2, de los cuales 5.089 se distribuyen en las 33 salas dedicadas a la colección permanente, 1.142 en las exposiciones temporales y el resto en servicios internos y de atención al visitante.

Javier Viar es, desde 2002 y en la actualidad, director del museo.

Colección permanente

Introducción

Vista de sala del edificio antiguo. A la izquierda, el gran cuadro de San Sebastián de José de Ribera, y a la derecha, La Virgen con el Niño Jesús y San Juan Bautista niño, último cuadro firmado y fechado que se conoce de Zurbarán.

La colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao reúne un destacado conjunto patrimonial de más de 10.000 piezas: aproximadamente 1.500 pinturas, 400 esculturas, más de 6.500 obras sobre papel y un millar de piezas de artes aplicadas. Conserva ejemplos relevantes de las principales escuelas europeas desde el siglo XIII hasta nuestros días y otras colecciones excepcionales como la colección Palacio de arte oriental, la colección de cerámica de Manises de los siglos XIV-XVI o lacolección Taramona-Basabe de bronces etruscos, itálicos, romanos e ibéricos, cuya cronología se remonta al siglo VI a. C.

Tiene especial interés la pintura de la escuela española, con obras relevantes de El Greco, Morales, Ribera, Murillo, Zurbarán, Paret y Goya, entre otros. También la pintura flamenca y holandesa con Gossart, Benson y Coecke, Mandijn, Vredeman de Vries, De Vos, Jordaens, Van Dyck, Grebber o Ruisdael. En 2012 el museo ha sumado un importante ejemplo de Lucas Cranach el Viejo:Lucrecia (1534). Posee, además, la más importante colección de artistas vascos y es en ese aspecto la institución de máxima referencia por sus fondos artísticos y documentales, su tradición investigadora y su cercanía a los propios artistas.

Mención aparte merece el fondo de obra sobre papel, con estampas y grabados de Durero, Van Meckenem, Georg Pencz, Goltzius, Rembrandt, Sandrart, Piranesi, Goya, Fortuny, Carlos de Haes, Cézanne, Picasso, Duchamp, Lipchitz, Utamaro, Hokusai, Rouault, Hockney, Allen Jones, Immendorff, Bacon y Saura, entre otros.

Un recorrido esencial por las salas del museo incluye obras singulares de Bermejo, Benson, Mandijn, Vredeman de Vries, Cranach el Viejo, De Vos, Moro, Sánchez Coello, El Greco, Pourbus, Gentileschi, Ribera, Zurbarán, Van Dyck, Murillo, Arellano, Meléndez, Bellotto, Mengs, Goya, Paret, Villaamil, Ribot, Zamacois, Madrazo, Gauguin, Cassatt, Sorolla, Guiard, Iturrino, Ensor, Regoyos, Romero de Torres, Zuloaga, Sunyer, Arteta, Gutiérrez Solana, Vázquez Díaz, Lipchitz, Delaunay, González, Gargallo, Bacon, Palazuelo, Oteiza, Appel, Chillida, Caro, Millares, Tàpies, Saura, Lüpertz, Kitaj, Blake, Arroyo y Barceló, entre otros.

Distribución por épocas

 

Románico y gótico (s. XIII – s. XV)

El recorrido comienza con ejemplos del arte románico catalán y esculturas del gótico francés y alemán. Junto a ellos, extraordinarias piezas hispano-flamencas: Pere Nicolau, Bertomeu Baró, el Maestro de San Nicolás, Diego de la Cruz y Bartolomé Bermejo.

 

Renacimiento y manierismo (s. XVI – comienzos s. XVII)

Con los primitivos flamencos y holandeses, Gossart, Ambrosius Benson y Pieter Coecke van Aelst, aparece el Renacimiento en el norte y las formas del manierismo adaptadas por los artistas flamencos como Jan Mandijn, Hans Vredeman de Vries o Marten de Vos. Se llega a los refinados retratos cortesanos españoles del siglo XVI con Antonio Moro y uno de sus discípulos destacados, Alonso Sánchez Coello, y su continuador, Pantoja de la Cruz. También, un destacado retrato de Pourbus el Joven y obras de Luis de Morales y El Greco.

 

Barroco (s. XVII)

El siglo XVII se inicia con obras de la escuela italiana –Orazio Gentileschi, Giovanni Battista Crespi y Domenico Piola– y se adentra en la pintura española barroca, representada con piezas relevantes de los grandes maestros y escuelas de la época, Herrera el Viejo, Pedro de Orrente, José de Ribera, Francisco de Zurbarán, Bartolomé Esteban Murillo, Carreño de Miranda, Juan de Arellano y Sánchez Coello. La pintura flamenca y holandesa sale de nuevo al paso con Jacob Jordaens, Anton Van Dyck, Pieter de Grebber y Jacob Ruysdael.

 

Rococó y clasicismo (s. XVIII – primera mitad s. XIX)

Se reúnen aquí artistas destacados del siglo XVIII, fundamentalmente españoles. El ilustrado Luis Paret y Alcázar que, exiliado varios años en Bilbao, pintó vistas de la Villa y de los puertos del Cantábrico. El genio de Goya brilla con los retratos de sus amigos Zapater y Moratín, acompañado por el talento retratista de Vicente López Portaña y por el bodegonista de Luis Meléndez. El vedutismo italiano está representado a gran nivel por el veneciano Bernardo Bellotto.

 

Romanticismo, realismo e impresionismo. Artistas vascos I (s. XIX – primera mitad s. XX)

Con obras de Antonio María Esquivel, Joaquín Manuel Fernández Cruzado y Andrés Cortés y Aguilar se recorre el costumbrismo andaluz, el madrileño con Leonardo Alenza y Lucas Velázquez, el paisaje realista con Carlos de Haes y Aureliano de Beruete, y las escenas de historia y de costumbres con Raimundo de Madrazo, Vicente Palmaroli, Álvarez Catalá, Francisco Pradilla, Antonio Gisbert, Alejandro Ferrant y el escultor Mariano Benlliure. Junto a ellos, un magnífico bodegón del francés Ribot muestra ecos del barroco español. La escuela de Mariano Fortuny está representada por José Jiménez Aranda y por el bilbaíno Eduardo Zamacois, quien, junto a Francisco de Paula Bringas y Juan de Barroeta, dio inicio a la pintura vasca moderna.

Algunas obras mayores de la pintura vasca de este momento, y el particular puntillismo de Darío de Regoyos, conectado con el foco renovador de Bruselas, se ponen en contexto con la pintura de la norteamericana Mary Cassatt y con el realismo de Santiago Rusiñol y Joaquín Sorolla. En el vestíbulo hay ejemplos de la escultura vasca del cambio de siglo: Nemesio Mogrobejo y Moisés de Huerta. A través del ventanal se contempla el monumento a Arriaga, obra maestra de Francisco Durrio.

En el primer piso aparecen los artistas vascos de finales del siglo XIX y primera mitad del X X, siguiendo la estela de Adolfo Guiard, Regoyos y Anselmo Guinea, y algunas obras relacionadas de importantes pintores españoles y europeos. Obras maestras de Ignacio Zuloaga, Francisco Iturrino, Juan de Echevarría o Ricardo Baroja, algunos de los cuales tuvieron éxito en el París de la época, integrándose en los movimientos renovadores −como el fauve Iturrino, amigo de Derain, Vuillard, Matisse y Picasso− o colaborando en la formulación de la estética de la Generación del 98 −como Zuloaga y Baroja−. La pintura etnicista vasca alcanza su cota mayor en Aurelio Arteta, los cuatro hermanos Arrúe: José, Alberto, Ramiro y Ricardo, y los dos hermanos Zubiaurre: Valentín y Ramón. Otros, como Julián de Tellaeche, pintor del mar, el intimista Benito Barrueta y el sofisticado José María de Ucelay, completan el panorama.

En escultura destaca la obra simbolista de Durrio, amigo de Gauguin y Picasso y personaje clave para la integración de los artistas vascos en París. De Gauguin, precisamente, se muestra un extraordinario cuadro de su estancia en Arlés, así como otro de su amigo y seguidor Paul Sérusier.

Una de las colecciones más interesantes de la escultura vasca es la de Quintín de Torre, cuya obra conecta singularmente con la sensibilidad del realismo y el expresionismo contemporáneos.

 

Arte contemporáneo. Artistas vascos II

En el edificio moderno se inicia un recorrido desde el siglo XX hasta nuestros días. Aparecen el cubismo −Juan Gris, Jean Metzinger, Henri Hayden, Jacques Lipchitz− y sus derivaciones −María Blanchard, Robert Delaunay−, el futurismo −Celso Lagar, Antonio de Guezala− y el expresionismo −James Ensor, Oskar Kokoschka−. Les acompañan esculturas de Pablo Gargallo yJulio González, y obras influidas por las propuestas geométricas o la estilización de las formas −Torres García, Aurelio Arteta, Vázquez Díaz−, junto a pinturas surrealistas de Óscar Domínguez, Alberto Sánchez, Josep de Togores o Nicolás de Lekuona.

A continuación, Jorge Oteiza, una de las figuras de la vanguardia vasca, introduce con su escultura los movimientos constructivistas o espacialistas del arte europeo tras la Segunda Guerra Mundial. Junto a él, Pablo Palazuelo demuestra su magisterio sobre esta inicial escultura vasca. Agustín Ibarrola, por su parte, representa un realismo social mediante recursos cartelistas y espacialistas. Destacadas piezas de Chillida, el gran escultor vasco que tanto influyó en el arte de su entorno, muestran las diferentes materias y la búsqueda de la forma en un excepcional universo poético. En las cristaleras, Darío Urzay propone su investigación sobre la relación entre pintura y fotografía.

 

En 1966 se crearon los llamados Grupos de la Escuela Vasca −Gaur (Guipúzcoa), Hemen (Vizcaya) y Orain (Álava)− que reunieron a los más significativos artistas vascos surgidos desde finales de los años cuarenta. En los siguientes espacios aparecen obras de los pintores Amable Arias, José Luis Zumeta y Rafael Ruiz Balerdi, relacionados con el expresionismo abstracto, y de los escultores Nestor Basterretxea, Remigio Mendiburu y Vicente Larrea, que centran su interés en propuestasinformalistas y geométricas.

En un ámbito independiente se reúnen algunos de los grandes nombres de la abstracción española, fundamentalmente de índole informalista y caracterizada por la práctica ausencia de color, como los expresionistas interesados por la materia −Tàpies, Manolo Millares, Lucio Muñoz− o por una pintura de grandes rasgos gestuales −Antonio Saura−. Les acompañan obras de la difícilmente clasificable Vieira da Silva, de los expresionistas abstractos Bram Van Velde y Karel Appel, y del poeta y pintor gestual francés Henri Michaux.

A continuación pueden verse obras de artistas vascos alternando con otros internacionales que realizan propuestas figurativas de carácter pop, surrealista o de diferentes realismos: Andrés Nagel, Juan José Aquerreta y Mari Puri Herrero, junto a artistas figurativos ingleses como Francis Bacon, Kitaj, Peter Blake y John Davies o españoles como Eduardo Arroyo, Equipo Crónica, Luis Gordillo y Pérez Villalta. Cercanos aparecen algunos ejemplos de la transvanguardia italiana −Mimmo Paladino, Ernesto Tatafiore−, con su imaginativa figuración, y del neoexpresionismo alemán −Markus Lüpertz−. A todos ellos les acompaña Miquel Barceló, una de las figuras españolas de más difusión internacional con un particular expresionismo figurativo y matérico.

Para terminar, una serie de autores vascos –Badiola, Bados, Irazu, Morquillas, Gortázar, Ortiz de Elgea, Mieg, Ramos Uranga, Goenaga, Daniel Tamayo o Jesús Mari Lazkano– se sitúan en las recientes tendencias del arte con reminiscencias del constructivismo junto a referencias objetuales que dan testimonio de la complejidad de la vida urbana y de los conflictos existenciales y sociales del mundo contemporáneo, así como de la multiplicidad de sentidos que ofrecen los mensajes que recibe el hombre actual.